Quiero decirles que soy una apasionada de la Literatura de toda la vida, y digo toda la vida, porque me aficioné a ella desde que empecé a tener uso de razón, tanto es así que de pequeñita, en vez de jugar con muñecas, lo que hacía era sentarme a escribir poesía y prosa poética, cosa que felizmente hacía en un corredor con balaústres de madera semitallada, de cuyo techo pendían frondosos helechos de nido, todo ello propio de una casa típicamente canaria. En aquel lugar de ensueño, los pajarillos, asomados a los aleros del tejado, donde construían sus nidos o encaramados en las ramas de los árboles del parque, me brindaban sus armoniosos trinos, y las musas, atraídas sin duda por el mágico ambiente que me envolvía, venían a visitarme, haciendo que brotase en mí la más sutil inspiración.
Ya de jovencita, y alternándolo con la poesía, me dediqué a escribir novela, e incluso presenté dos de ellas en concursos de Editorial Prensa Canaria, titulados respectivamente "Nadia" y "Crisantemos y prejucios". Seguramente hubiese seguido practicando dicho género literario de no haberse cruzado en mi camino el Inglés, idioma al que dediqué gran espacio de tiempo antes y después de obtener el diploma, si bien no dejé del todo la Literatura, ya que en esa ocasión escribía poéticas redacciones en la lengua de Shakespeare.
Y ahora, de mayor, me brotan nada más y nada menos que veinticuatro cuentos, los cuales desearía compartir con ustedes, si se dignan a leerlos, pero antes quiero relatarles mi infancia, para que me conozcan un poquito mejor.
Gracias.
MI INFANCIA
He nacido en Montaña Cardones, en las casa nº 12, del parque Moisés Pérez. Yo era la mayor de cuatro hermanos, y tuve la suerte de nacer en el seno de una familia extraordinaria en la que todos sus miembros se profesaban además de un gran cariño, un mutuo respeto. Eso, unido a las maravillosas amigas que tuve, hizo que mi infancia, fuese sumamente alegre y feliz.
Otro factor que contribuyó a hacerme placentera la niñez fue el espíritu soñador que yo tenía. A mí todo, desde el trinar de los pajarillos al revoloteo de una mariposa, me parecía grato y bello. Yo era una enamorada de la Naturaleza y de la vida misma. En fin, que esta me parecía color de rosa.
Pero han pasado los años y no sé si es que me he vuelto sentimental o que el destino me ha sido adverso, lo cierto es que recuerdo con profunda nostalgia esa época tan feliz de mi vida que fue mi infancia.
Mª Carmen Gil